Palabras de bienvenida del Soberano Gran Comendador
Nuestras primeras palabras han de tener acentos de amor y afecto, enviando a todas las personas de corazón limpio un saludo fraternal muy hondamente arraigado en nuestra conciencia.
El Supremo Consejo solo tiene un programa: realizar el bien. A perseverar en el ahincado propósito de no torcer sus pasos, siguiendo el camino recorrido en parte por los que se adelantaron a nosotros en la senda del deber, es a lo que venimos.
Nunca, como hoy, España y el mundo necesitaron de los esfuerzos generosos y desinteresados de la Masonería para salir de los trances dolorosos en que se ven, por la crisis moral que atraviesan. Son los días que vivimos de inquietud y de sufrimientos decisivos para la sociedad. Si los hombres rectos y honrados saben cumplir sus deberes, el porvenir será más grato y atractivo. La cuna de nuestros hijos se mecerá en tierras de promisión, no en el desierto espiritual desolado en que nosotros vivimos.
En esta gran crisis universal, perturbadora de todas las ideas, de todos los principios, de todas las instituciones, solo los que sepan mirar a lo alto y pongan la vista en las cumbres ideales del mundo, allí donde lucen las llamas inextinguibles de la Justicia, el Bien y la Verdad, los grandes rectores de nuestra Orden, acertarán a marchar sin vacilaciones ni tropiezos, hacia un mañana mejor, más perfecto, más humano.
La pregunta que el Supremo Consejo para España lleva haciéndose desde los albores del siglo XIX es: ¿qué debe hacer para que los miembros de la sociedad civil alcancen su excelencia, esto es para que sean buenas personas, para vivir adecuadamente y de acuerdo con sus facultades mas altas? Lejos de centrar la ética en deberes, normas y obligaciones que hay que cumplir, el Supremo Consejo para España la entiende como la formación de la persona a la formación del carácter con vistas a una perfección última. El Rito Escocés Antiguo y Aceptado ha de enseñar en que consiste la excelencia de las personas, qué valores deben desarrollar para comportarse adecuadamente.
Los valores se adquieren gracias a la educación. Nadie nace pleno de valores. Los valores constituyen una especie de segunda naturaleza que la persona va construyendo ayudada por la educación. El ser humano se va haciendo buena persona por la adquisición de hábitos que le disponen hacia una manera de vivir mejor o más perfecta. Pero, ¿qué valores necesita nuestro mundo? ¿qué debe exigírsele al ciudadano del siglo XXI?
Los valores básicos del siglo XXI siguen siendo los valores clásicos de la modernidad: libertad, igualdad, fraternidad. Solo que tenemos más matices: nuestras libertades son más amplias que en el siglo XVIII, la igualdad se ha concretado en los derechos sociales, la fraternidad se ha hecho más urgente a la vista de las desigualdades y agravios que sufre aún gran parte de la humanidad.
En la vida de todo masón educado en cultivar la razón, están presentes los días en que uno reflexiona sobre la vigencia de la Orden y el sentido del Rito; ahora son muchas las organizaciones no gubernamentales, las fundaciones y las agencias que son fundadas y mantenidas con finalidades coincidentes. Es legítimo inquirirse sobre la propia actualidad ¿El Rito Escocés Antiguo y Aceptado está vigente? ¿Formamos parte de los anacronismos? En el Supremo Consejo para España creemos que algo deja de tener sentido cuando pierde su función y, por desgracia, ninguno de los juramentos que hemos prestado ante el Ara ha quedado pretérito o vaciado de su elemental contenido.
El Rito Escocés Antiguo y Aceptado tiene su esencia en el servicio y adquiere su sentido en la transformación del mundo que a todos nos contiene. La celeridad que preside a estos tiempos, acorta de manera dramática todo margen de error y comprime los tiempos de respuesta, hoy no es posible las posturas diletantes; aquello que no sea hecho puede carecer del beneficio que otorgan las segundas oportunidades. El Supremo Consejo para España debe afrontar sus responsabilidades, y estar preparado para educar e ilustrar al pueblo, extirpando el error y difundiendo la verdad, para propagar y defender la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad entre los seres humanos.
Jesús Soriano Carrillo, 33º
Soberano Gran Comendador